¿Recordáis que antes de irme de Sudáfrica os comentaba que había algo muy gordo, digno de contar y con documentación gráfica que os relataría? Chicos, chicas, preparaos porque... ¡ese momento ha llegado! LA NIÑA, LA PINTA Y LA SANTA MARÍA, EN EL PLANETA DE LOS BABUINOS...
Todo se remonta a una tarde de lunes, la tarde antes de abandonar el continente africano para poner rumbo a la especiada India. La Pinta (Eli), de copiloto en nuestro Nissan Almera alquilado de gasolina, la Sta. Mª (Muiña) de piloto por el carril de la derecha, la Niña (aquí, una servidora) en el asiento de atrás admirando el paisaje. Destino: Cabo de Buena Esperanza.
La carretera, pegada a la costa, entre montañas. Muy cerca de su lado: el mar golpeándose contra las rocas.
En plena carretera, de repente: una manada de monos (qué feos que son, leches!). Hembras con sus monitos en brazos colgados... Y como no, la amante de los bichos (la Muiña) suelta la frase que el resto esperábamos, "¡monos, ay qué monos, míralos!, y reacciona como esperábamos...
A una velocidad que Carlos Sainz a su lado parecería el caballo del malo, frena el coche, tira del freno de mano y ni corta ni perezosa sale con su cámara a hacer fotos y ver a los monitos... Pero qué monitos.... BABUINOS!!! Eli y yo nos quedamos prudentemente en el coche, que uno nunca sabe qué bichos son ni cómo pueden reaccionar, así que a verlos desde la barrera... Y mientras la Muiña "Ay, que monos!" Pues sí, son monos, ya lo veo (pensaba yo, menos romántica que una lechuga...)
Entonces apareció EL HOMBRE. Ese macho latino de la manada que cuida a todas las hembras... Yo veía, desde el asiento de atrás que venía hacia el coche y lo primero que hice fue poner el seguro a la puerta, pero de atrás... La de delante no me dio tiempo. Así que el tío, todo un gentleman, le echó la mano al tirador y abrió la puerta como cualquiera de nosotros haríamos.
Bueno, bueno... Yo cagadita atrás, salí por patas por la puerta del otro lado. Mientras Eli por el teléfono hablando con una sudafrica que para enterderles su inglés hay que ir al libro. La pobre, estaba atrapada en el asiento de adelante porque el coche estaba pegado a un matorral y no podía abrir la puerta, pero eso sí, no colgaba el teléfono. En esto, el babuino, decide que lo de adelante no le mola, y se va al asiento de atrás...
Estaba controlando a ver qué tenía Eli entre manos. Mientras, la catalana aguantando el tipo como podía. Gira la cabeza y ve unos pedazo de dientes que te mueres y es entonces cuando siente el aliento del bicho en su cara...
Sin embargo, una foto es una foto. Y siempre hay que poner la pose y la sonrisa perfecta. Aunque tengas un babuino a 1 centímetro buscando una comida que no tienes, a no ser que el mono quiera una deliciosa ternera catalana, del Prat para ser más exactos...
Yo fuera, gritando que no sabía ni qué hacer para sacar al mono. Y la Muiña venga a sacar fotos... Ay, qué bien... Me cagó en tó, nosotros con la Eli a punto de ver la luz al final del pasillo, al borde de la muerte, y la otra sacando fotos!!!! (Tengo que reconocer que poco más podía hacer, y que ahora nos han venido de perlas las fotos para reirnos un rato, pero en el momento...)
Eli al ton de "Sacármelo de aquí!!!". En la carretera, más coches de curiosos que paraban, pero no bajaba ni Dios ¡claro! (menos las españolitas de turno...). Yo, en mi esquinita del coche mirando para el resto de los monos por si se les daba por venir, y sin saber muy bien qué hacer...
Entonces, el macho de la manada decidió coger el bolso de la Muiña y salir del coche pitando.
- "¡Mi bolsoooooooooooo!!!", exclama la Sta. Mª
- ¿Qué tienes en él?, pregunto para saber hasta qué punto nos podíamos meter en el coche a toda leche y pirarnos o había que intentar recuperarlo...
- La cartera con todo...
- Me cago el tal, ¡hay que recuperarlo! -pensé para mis adentros
Pero la Muiña no paraba de hacer fotos...
Total, que ahí estaba el babuino, en una piedrecita. Abrió la cremallera del bolso y miró a ver qué había dentro. Cero comida.
Menos mal, que unos de los coches de espectadores que teníamos, lanzó una manzana a la carretera. Fue entonces cuando el macho soltó el bolso, María lo cogió y yo grité "Al coche cagando leches!!!".
Nos estuvimos riendo tooooooooodaaaaaaa la tarde, toooooooooooooooda la noche y tooooooooooooooodo el día siguiente. Y escribir esto me ha llevado más tiempo de lo que debería, de lo que me he reído recordándolo...
En fin, una batallita más de esta guerra. Hay muchas más batallitas de India, pero esas las dejaré para días venideros...
Me despido ya con mi tributo a Pemán: ¡Boas noites e deicá mañá!